Bueno, lo que parecía una quimera se hace realidad, llega el fin de curso, y con él, el cierre de la asignatura gestión del conocimiento, causante del nacimiento de este blog.
Como digo, en pocos días los créditos de esta asignatura quedarán volcados en el haber de mi expediente académico y toca hacer balance, hacer balance de un nuevo y pionero programa de evaluación llevado a cabo por el profesor de la asignatura, Fernando Checa. Se trataba de evaluar sin exámenes, a través de publicaciones en el blog, habilidades comunicativas, tareas etc. El resultado según mi punto de vista es positivo, ya que todo ello ha contribuido a que las clases se desarrollen liberadas de presión, con la espontaneidad como principal protagonista. Por otro lado, el hecho de que la principal forma de evaluar sea los post, hace que éstos se trabajen más a fondo y profesionalmente. Además, no quiero dejar de comentar, que ya va siendo hora de que los alumnos tengamos la oportunidad de ser evaluados por las verdaderas cualidades que vamos a necesitar ahí fuera, que aunque suene a típica excusa, nadie nos va a dar una hoja en blanco para que escribamos todo lo que sabemos después de terminar la carrera, por lo tanto quizás sea más útil valorar y potenciar aspectos como la habilidad comunicativa o realizar una buena crítica u opinión personal que es lo ha evaluado gestión del conocimiento este curso.
Por ello, ojala pudieses pasar el copyright y know-how a todas las asignaturas, pero mucho me temo que no es posible, ya que no veo yo factible que se pueda evaluar la econometría a través de post, criticando por ejemplo las teorías de Gujarati, jaja, estaría bien.
Para terminar, decir que me gustó la experiencia y sobre todo, me resultó curioso ver como lo que en principio parecía un profesor Friki que nos iba a hacer sufrir con los ordenadores (yo era de los reacios al blog), se convirtió en un modo de enseñar único en su especie, pionero en mi vida escolar, una forma de transmitir sin tapujos, transparente, espontánea, rompiendo esquemas, sin protocolos, mojándose en cada tema, haciendo críticas que bajo mi punto de vista rozaban el límite, que pocos se atreverían a hacer y eso para mí sí es la mejor forma de transmitir y gestionar conocimiento, riqueza cultural en estado puro que nos hace despertar y ver las cosas desde otro punto de vista, nos hace salir de la clase sorprendidos, discutiendo hasta casa sobre lo que has planteado, meditando e indagando posteriormente y lo más importante, con la sensación de que hoy, si hemos aprendido algo de veras, algo práctico que nos va a servir, y es en todo esto donde creo que radica el éxito de la asignatura y no tanto en el sentido de no realizar exámenes, aunque bien es cierto que quizás sea una forma de eliminar presiones y barreras entre alumno y profesor, quizás indispensable para este resultado.
Como dicen los celtas cortos,
Nos vemos en los bares.
Ino.
viernes, 29 de mayo de 2009
martes, 12 de mayo de 2009
¡Que no nos falte el queso! (II)
Bajo mi punto de vista, y si de búsqueda de éxito empresarial se trata, la actitud de los ratones es la más correcta, Woody ha reaccionado tarde al cambio y Dirk me ha hecho recordar aquel filósofo de bachillerato de cuyo nombre no quiero acordarme por lo que me hizo sufrir, pero que acertadamente decía que el cambio produce miedo, es decir, tiene miedo al cambio y se niega a él, resignándose a la misma monotonía de cada día y al conformismo.
Para llevar toda esta teoría al terreno práctico, pongamos como ejemplo la actual crisis, todos estamos de acuerdo en que el queso está faltando a muchas empresas, pero sólo las que están sabiendo reinventarse y adaptarse al nuevo entorno (bajando precios, penetrando en nuevos mercados o inclusive practicando ERE), están sobreviviendo, el resto son empresas “Dirk”. De igual modo podemos trasladar la teoría del queso al famoso cambio estructural que tiene que hacer España, es decir, a nuestra economía ya no le queda más queso en la construcción, y en esas se supone que anda la nueva ministra Elena Salgado: buscando queso.
Aunque un caso todavía más ilustrativo podría ser cuando por ejemplo un mercado se queda antiguo o desfasado por la nueva tecnología que llega, como por ejemplo el de la fotografía. Está claro que a las empresas que se dedicaban al revelado de fotos o a venta de cámaras no digitales, les empezó a faltar el queso hace tiempo, de manera que las empresas “ratón” que se han puesto las botas y han buscado nuevo queso siguen ahí, sin embargo empresas como por ejemplo Kodak, que se han quedado a verlas venir, creyendo cada día que a pesar del avance con las cámaras digitales, sus carretes se seguirían vendiendo, se han convertido en empresas “Dirk” y acabarán doblándola. Véase también caso Olivetti. En el lado opuesto tenemos casos como el de Nokia que al borde de la quiebra con sus nefastos televisores se va a buscar nuevo queso y aparece de líder mundial en el sector de la telefonía móvil.
Para terminar y llevando el tema al terreno individual de cada persona, no he podido evitar relacionar esta historia con el slogan del road show que protagonizaron en el foro de empleo Leila y Jose María que no era otro que “nada cambia, si tú no cambias”, es decir, si mantenemos una actitud pasiva, conformista y con miedo al cambio como la de Dirk, difícilmente encontraremos queso, porque éste no va a venir a nosotros, pero en cualquier caso, lo mejor es que no nos falte el queso, pero si esto ocurre, ¡hay que estar preparados para partir!.
Saludos
Para llevar toda esta teoría al terreno práctico, pongamos como ejemplo la actual crisis, todos estamos de acuerdo en que el queso está faltando a muchas empresas, pero sólo las que están sabiendo reinventarse y adaptarse al nuevo entorno (bajando precios, penetrando en nuevos mercados o inclusive practicando ERE), están sobreviviendo, el resto son empresas “Dirk”. De igual modo podemos trasladar la teoría del queso al famoso cambio estructural que tiene que hacer España, es decir, a nuestra economía ya no le queda más queso en la construcción, y en esas se supone que anda la nueva ministra Elena Salgado: buscando queso.
Aunque un caso todavía más ilustrativo podría ser cuando por ejemplo un mercado se queda antiguo o desfasado por la nueva tecnología que llega, como por ejemplo el de la fotografía. Está claro que a las empresas que se dedicaban al revelado de fotos o a venta de cámaras no digitales, les empezó a faltar el queso hace tiempo, de manera que las empresas “ratón” que se han puesto las botas y han buscado nuevo queso siguen ahí, sin embargo empresas como por ejemplo Kodak, que se han quedado a verlas venir, creyendo cada día que a pesar del avance con las cámaras digitales, sus carretes se seguirían vendiendo, se han convertido en empresas “Dirk” y acabarán doblándola. Véase también caso Olivetti. En el lado opuesto tenemos casos como el de Nokia que al borde de la quiebra con sus nefastos televisores se va a buscar nuevo queso y aparece de líder mundial en el sector de la telefonía móvil.
Para terminar y llevando el tema al terreno individual de cada persona, no he podido evitar relacionar esta historia con el slogan del road show que protagonizaron en el foro de empleo Leila y Jose María que no era otro que “nada cambia, si tú no cambias”, es decir, si mantenemos una actitud pasiva, conformista y con miedo al cambio como la de Dirk, difícilmente encontraremos queso, porque éste no va a venir a nosotros, pero en cualquier caso, lo mejor es que no nos falte el queso, pero si esto ocurre, ¡hay que estar preparados para partir!.
Saludos
¡Que no nos falte el queso! (I)
La pasada semana veíamos en clase de gestión del conocimiento una recreación animada del libro “¿quién se ha llevado mi queso?, y mucho me temo que algunos de los que se quejaban amargamente de tener que hacer post sobre el vídeo se vieron reflejados en el personaje del cortometraje que hacía lo mismo que ellos: “lamentarse”.
El vídeo en cuestión ilustra la historia de dos parejas: una de ratones y otra de personajillos humanos cuyo único afán diario es acudir desde sus lindas casitas a una gran montaña de queso para saciarse y más tarde volver de nuevo a sus hogares. Un mal día, los ratones llegan a la montaña de queso y como habían previsto unos días antes, ya no quedaba, se había terminado, pero su instinto animal hace que los ratones sin dudarlo se pongan en marcha como dos intrépidos aventureros en busca de nuevo queso. Unas horas más tarde, como si de Españoles se tratase, llegan los otros dos individuos y se quedan atónitos, perplejos y mudos al ver que su preciado queso había desaparecido, pero éstos en lugar de actuar como animales (que curiosamente en ese caso hubiese sido lo correcto, paradojas de la vida) se lamentan una y otra vez en el lugar de los hechos. Más tarde, angustiados y aturdidos vuelven completamente desangelados a su hogar.
Con este mismo comportamiento transcurren unos días ambas parejas, al poco tiempo los ratones ya habían encontrado una nueva mina de queso, mientras los individuos humanos a los que he llamado Woody y Dirk seguían sumidos en la miseria y obcecados cada día con volver al mismo sitio donde siempre habían encontrado su queso, pensando que algún día lo volverían a encontrar y todo volvería a ser como antes. Por fortuna, la actitud de uno de los lumbreras fue tornando y esa mente racional empezó a pensar lo que los ratones habían hecho ya hacía varios días: buscar nuevo queso. De modo que Woody, intentó convencer a Dirk, para que le acompañara a buscar nuevo queso, pero éste último, como un buen alemán cuadriculado seguía en sus “trece” pensando que eso sólo era una pesadilla y que mañana todo sería normal y disfrutaría de su queso en el mismo lugar de siempre. De modo que Woody emprendió su viaje en solitario en busca de queso y cada día colocaba carteles indicativos para su compañero Dirk, con la esperanza de que algún día éste último cambiara de actitud y decidiese seguir sus pasos, de este modo se reencontrarían.
Woody no tardo mucho en encontrar nuevo queso y vivir feliz de nuevo al igual que los ratones, además se mantenía preparado para el día en que le volviera a faltar queso, sin embargo Dirk había caído en una profunda depresión y no se planteaba abandonar su estrategia, ni siquiera seguía los carteles de su ya infiel amigo.
Esta historia nos invita a reflexionar sobre las diferentes actitudes que en ella se plantean y que se pueden extrapolar fácilmente a nuestro comportamiento diario o a una cultura empresarial, y sobre todo a la postura que se adopta ante un cambio.
Saludos
El vídeo en cuestión ilustra la historia de dos parejas: una de ratones y otra de personajillos humanos cuyo único afán diario es acudir desde sus lindas casitas a una gran montaña de queso para saciarse y más tarde volver de nuevo a sus hogares. Un mal día, los ratones llegan a la montaña de queso y como habían previsto unos días antes, ya no quedaba, se había terminado, pero su instinto animal hace que los ratones sin dudarlo se pongan en marcha como dos intrépidos aventureros en busca de nuevo queso. Unas horas más tarde, como si de Españoles se tratase, llegan los otros dos individuos y se quedan atónitos, perplejos y mudos al ver que su preciado queso había desaparecido, pero éstos en lugar de actuar como animales (que curiosamente en ese caso hubiese sido lo correcto, paradojas de la vida) se lamentan una y otra vez en el lugar de los hechos. Más tarde, angustiados y aturdidos vuelven completamente desangelados a su hogar.
Con este mismo comportamiento transcurren unos días ambas parejas, al poco tiempo los ratones ya habían encontrado una nueva mina de queso, mientras los individuos humanos a los que he llamado Woody y Dirk seguían sumidos en la miseria y obcecados cada día con volver al mismo sitio donde siempre habían encontrado su queso, pensando que algún día lo volverían a encontrar y todo volvería a ser como antes. Por fortuna, la actitud de uno de los lumbreras fue tornando y esa mente racional empezó a pensar lo que los ratones habían hecho ya hacía varios días: buscar nuevo queso. De modo que Woody, intentó convencer a Dirk, para que le acompañara a buscar nuevo queso, pero éste último, como un buen alemán cuadriculado seguía en sus “trece” pensando que eso sólo era una pesadilla y que mañana todo sería normal y disfrutaría de su queso en el mismo lugar de siempre. De modo que Woody emprendió su viaje en solitario en busca de queso y cada día colocaba carteles indicativos para su compañero Dirk, con la esperanza de que algún día éste último cambiara de actitud y decidiese seguir sus pasos, de este modo se reencontrarían.
Woody no tardo mucho en encontrar nuevo queso y vivir feliz de nuevo al igual que los ratones, además se mantenía preparado para el día en que le volviera a faltar queso, sin embargo Dirk había caído en una profunda depresión y no se planteaba abandonar su estrategia, ni siquiera seguía los carteles de su ya infiel amigo.
Esta historia nos invita a reflexionar sobre las diferentes actitudes que en ella se plantean y que se pueden extrapolar fácilmente a nuestro comportamiento diario o a una cultura empresarial, y sobre todo a la postura que se adopta ante un cambio.
Saludos
Suscribirse a:
Entradas (Atom)